La Nutrigenómica


Si pudiéramos darle a cada individuo la cantidad correcta
de alimentos y ejercicio, no muy poco ni demasiado,
habríamos encontrado el camino más seguro hacia la salud.
 
Hipócrates

  

Resultan increíbles las informaciones que alertan sobre el hecho de que es cada vez más común encontrar casos de malnutrición en consultas de endocrinología entre poblaciones que no deberían presentar esta deficiencia alimentaria en función de su estatus económico y social.
 
Parecen cobrar mayor veracidad cuando nos alertan que prácticamente la totalidad de las dietas que se siguen (dejando a un lado las prescritas médicamente por haber sufrido una patología determinada o por el padecimiento de enfermedades crónicas o no), son por motivos más estéticos que de salud.
 
Lo creemos plenamente cuando, por esos motivos estéticos se requiere de unos efectos más inmediatos de la dieta de los que, incluso, requerirían medidas de salud y, para alcanzarlos lo antes posible, se siguen las famosas “dietas milagro” que tanto abundan y tanto éxito tienen que, no solo producen el efecto boomerang (se recobran los kilos con la misma facilidad que se pierden), sino que la malnutrición es, quizás, el menor de los daños que nos pueden causar, si no daños metabólicos y funcionales de difícil o imposible recuperación que llegan a provocar enfermedades, muchas de ellas crónicas muy graves, e incluso la muerte.
 
La guinda queda puesta al pastel cuando se pretende obtener beneficios de una dieta que no se une a un elemento insoslayable para una salud apropiada: ejercicio físico, pues aunque creamos lo contrario, cada vez “nos movemos menos” y ya se recomienda el ejercicio físico hasta en personas con cardiopatías congénitas.
 
Y todo ello en la era de la dieta personalizada por la Nutrigenómica. Pero, ¿Qué es la Nutrigenómica? Es el estudio de las interacciones entre el genoma y los nutrientes. Y es que combinando un estudio de nuestro genoma personal, con el que determinaríamos el riesgo que tenemos de padecer algunas enfermedades complejas, con una dieta apropiada podríamos no solo prevenirlas o retrasar su aparición, sino, incluso, evitarlas. A ello se une que no se trata de un proceso complejo ni indeseable para quien debe realizárselo. Tan solo, en una consulta especializada, se analiza el historial familiar (árbol genealógico) de la persona a establecer la dieta y se le toma, para su análisis genómico, una muestra de saliva. En un plazo de unas tres o cuatro semanas, se obtiene un resultado genético mediante el cual, con toda la información obtenida de la entrevista, se formula una dieta específica para esa persona.
 
La Nutrigenómica aparece en el contexto heredado y desarrollado desde los años 80 del Proyecto Genoma Humano, que surgió con el objetivo de mapear (determinar la localización) y secuenciar (saber que función cumplen) el conjunto de genes del ser humano.
 
Su inicio formal fue en 1990 y finalizó en 2003 con el mapeado de todo el genoma, gracias a una labor científica mundial en este sentido. Abrió una puerta a la prevención, tratamiento y posible curación de miles de enfermedades de origen genético y/o hereditario, ofreciendo un amplio abanico de desarrollos biotecnológicos (entre ellos la terapia génica) que da tantas respuestas como nuevos interrogantes genera.
 
La aplicación de las técnicas de la biología molecular y el éxito del Proyecto Genoma Humano no sólo presento un futuro prometedor en la Medicina, sino también en la Nutrición.
 
Y en este contexto, y a partir del desarrollo de la farmacogenómica sobre la que se asienta el posterior estudio de la interrelación entre genes, dieta y enfermedad, es en el que aparece el reciente campo de la genómica nutricional, que no es otro que lo que se ha dado en llamar Nutrigenómica (el estudio de la influencia de los nutrientes sobre la expresión de genes) y Nutrigenética (la influencia de las variaciones genéticas en la respuesta del organismo a los nutrientes).
 
Esos dos términos se encuentran dentro del concepto global, aunque todavía bastante indefinido, de “Genómica nutricional”.
 
La Genómica Nutricional es la aplicación de la biología de sistemas (también conocida como “Genómica Funcional” y que es la unión de la genómica, la transcriptómica, la proteómica y la metabolómica, junto con la bioinformática y la quimiométrica, que proporcionan las herramientas para el manejo y la interpretación de conjuntos complejos de datos) a la investigación nutricional, en la búsqueda de una mayor comprensión de cómo la nutrición incide en las vías metabólicas y en el control homeostático, además de buscar una comprensión de cómo esta regulación puede verse modificada en la etapa temprana de una enfermedad relacionada con la dieta y de cómo la información genética individual contribuye a tal enfermedad. Resumiendo, la Genómica Nutricional investiga las interacciones funcionales con el genoma de los alimentos y sus componentes a tres niveles fundamentales: molecular, celular y sistémico, con el objetivo de, a través de la dieta, prevenir o tratar enfermedades.
 
Pero la Nutrigenómica no solo se encuentra en un poderoso momento expansivo por su valor en la adquisición de una mayor calidad de vida de las personas, sino también por su faceta investigadora y, como no, empresarial. Y no en vano, un análisis del Círculo de Innovación en Biotecnología (CIBT) sobre el entorno empresarial que se alimenta de la aplicación de esta ciencia y su repercusión sobre la salud pública, muestra como las aplicaciones actuales vendidas no son más que un futuro muy prometedor de lo que será, pero todavía no es, la Nutrigenómica. Y ello porque todavía existe una opinión bastante extensa de que no es posible diagnosticar con precisión a pacientes individuales el riesgo de desarrollar enfermedades comunes, o cuál será la mejor opción terapéutica.
 
En efecto, de los miles de genes humanos causantes de enfermedades que han sido identificados y parcialmente caracterizados, se conocen el 97% de los causantes de enfermedades monogénicas. Pero son también muchas las patologías como la obesidad, enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer se deben a interacciones entre varios genes (enfermedades multigénicas), además de no obviar el importante factor ambiental. Esto hace que, a pesar de los grandes avances en los estudios de asociación (desde el año 2002 se han publicado más de 600), se deba profundizar más para conocer adecuadamente la base molecular de muchas enfermedades.
 
En este sentido, Ben Lehner, de la Universidad Pompeu Fabra, reconoce tres razones por las cuales resulta difícil realizar diagnósticos genéticos para enfermedades comunes:
  1. Aún no se han identificado todas las variantes genéticas comunes en la población humana que poseen una influencia en el riesgo de enfermedad.
  2. La población humana es muy grande y genéticamente diferente y analizado desde la perspectiva de la escala de tiempo de la evolución, esta gran dimensión es un fenómeno reciente, lo que nos lleva a que la mayoría de las diferencias existentes entre dos humanos están producidas por mutaciones muy recientes y muy raras.
  3. La genética tendría más relación con combinaciones de mutaciones que con mutaciones individuales.
Todo ello, reconducido al campo de la nutrición, nos permite decir que no conocemos todavía con precisión algunos componentes de la dieta y sus procesos, que juegan un importante papel en la expresión de la información genética y en su plasmación en enfermedades.
 
Eso si, estas opiniones no son totalmente contrarias a su efectividad. Solo piensan que hace falta tiempo y que la forma de conseguirlo será combinar la información genética del individuo con otras pruebas que se le realicen. Esas otras pruebas son llamadas “fenotipos intermedios” ya que representan influencias añadidas sobre el riesgo, tanto de origen genético como no genético, además de identificar sucesos, tanto presentes como futuros, que influyen en el riesgo. Van a ser mediciones clínicas convencionales (como la presión sanguínea o el nivel de colesterol) como mediciones más completas (tales como modificaciones de cromatina en tipos concretos de células o el perfil proteómico del suero). Sin embargo, los fenotipos intermedios se utilizaran en combinación con información genética, ya que el carácter diagnóstico de una prueba dependerá, en la mayoría de ocasiones, de los alelos genéticos de riesgo que el individuo porte.
 
“Ese tiempo” que hace falta y que antes comentaba es el que se está empezando a reducir. Así, por ejemplo, esta trabajando un grupo de investigadores del Departamento de Genética Humana y Nutrigenómica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Lérida en la elaboración de menús para un grupo de personas con dos genes responsables de enfermedades que pueden controlarse por medio de la alimentación, en concreto, el, una de cuyas variantes es la responsable de presentar mayores riesgos cardiovasculares en quienes la porten y el VDR, variante presente en el 40% de los habitantes europeos y responsable de la disminución de la sensibilidad a la vitamina D (lo cual representa un mayor riesgo a padecer enfermedades relacionadas con los huesos, como la osteoporosis y el aumento de riesgo de fracturas. Para el primer grupo se diseñará una dieta rica en frutas y verduras y para el segundo una dieta rica en vitamina D, reduciendo de esta manera la incidencia de los problemas asociados a estos genes. Ahora sólo se han utilizado dos genes, pero cuando por fin se pueda cubrir un mayor rango de enfermedades provocadas por otros genes, e incluso se pueda valorar la enfermedades multigénicas, si que representará un cambio radical en la alimentación.
 
Los operadores alimentarios tienen, en este momento, la posibilidad de utilizar los componentes bioactivos de los alimentos para mejorar la salud e influir en disminuir el riesgo de enfermedades, en virtud de la constitución genética de los consumidores. Esta etapa nueva de la nutrición, que podríamos llamar molecular, en función de la interacción entre genes y nutrientes, puede expandirse en diversas direcciones.
 
Así, el Estudio de Prospectiva de la Fundación OPTI titulado “Nutrigenómica, Alimentación y Salud”, realizado consultando a más de 70 expertos de reconocido prestigio en el campo de la Nutrigenómica, la Alimentación y la Salud que desarrollan su trabajo en centros de investigación, universidades y empresas, muestra como conclusión fundamental que las capacidades científico-técnicas de España sobre esta temática son altas en las cuatro áreas tecnológicas estudiadas en el informe, por lo que se revela como un campo con futuro para la industria española.
 
El objetivo del estudio descrito en el informe es identificar y valorar las conductas de investigación y tecnología sobre la Nutrigenómica en un futuro más allá del año 2025, con el objetivo de perfilar nuevos mercados para las empresas agroalimentarias y las líneas de las políticas de I+D+i de las administraciones públicas, considerando cuatro áreas, designadas en dicho estudio, que son: 
  • Ingredientes con actividad específica, en lo que respecta a su identificación, extracción y validación de su efecto.
  • Tecnologías para procesar alimentos de forma que incluyan los ingredientes anteriores.
  • Estilo de vida, manera de consumo de los alimentos, hábitos dietéticos y de salud.
  • Factores sociales, legales y ambientales, elementos que van a limitar o posibilitar la evolución de la Nutrigenómica.
Partiendo de estas cuatro áreas, el estudio concluye en cada una de ellas, lo siguiente:
 
1. Ingredientes con actividad específica: ayudado por la biotecnología y la nanotecnología, se ha conseguido ya (culminaran los trabajos a finales de este año 2014 que comienza) la búsqueda de marcadores y bioensayos rápidos y eficaces para identificar compuestos bioactivos.
 
También se han reconocido compuestos bioactivos que resultan beneficiosos para grupos de población específicos (caracteres genéticos comunes y/o similares), resultando de gran interés para la industria agroalimentaria, de manera que, muchos de estos compuestos que forman parte de muchos alimentos de manera natural, resulta (y resultará) interesante su extracción para, una vez reformulados, añadirlos a otros alimentos.
 
En un periodo temporal que comenzara a principios de 2015 y culminara en 2020, se generalizara el uso de organismos modificados genéticamente con aplicaciones en el tratamiento de enfermedades, pretendiendo con ello, también, reducir la desconfianza social existente sobre estos organismos.
 
En el mismo periodo, se extenderá el uso de aquellos procesos por los que pasa un fármaco desde que se administra hasta que llega al sitio de unión de su diana farmacológica, denominados procesos farmacocinéticos o ADME, cuyas siglas corresponden a “absorción, distribución, metabolismo, excreción” y que sirven para determinar la toxicidad de los compuestos bioactivos, mediante estudios in vitro e in vivo, que facilitaran la comprobación y validación de los mecanismos de acción a nivel molecular y celular de los compuestos, además de dirigir estos objetivos a ensayos sobre personas para determinar la acción de los compuestos sobre cada fenotipo.
 
2. Tecnologías de procesado de alimentos: La genómica, metabolómica y transcriptómica, conocidas como las técnicas “ómicas”, permitirán, antes de finales de 2014, incrementar la seguridad alimentaria, especialmente entre las poblaciones con mayor riesgo, mediante el desarrollo de nuevos sistemas de detección y autentificación de ingredientes, residuos alérgenos en alimentos, presencia de microorganismos y efectos resultantes del procesado de los alimentos sobre la eficacia de los componentes, entre otros.
 
Los estudios sobre la interacción que pueda producirse entre los compuestos bioactivos con la microbiota de diferentes grupos de población, mostraran sus conclusiones en el período comprendido entre 2015 y 2020, momento este en el cual se habrá adquirido los suficientes conocimientos sobre los efectos que los diferentes procesos de los alimentos, entre los cuales se encuentra el propio cocinado, poseen sobre la composición nutricional de los alimentos y sus funcionalidades.
 
3. Estilo de vida: la edad, cada vez más elevada de la población, marcara en el periodo entre 2015 y 2020 estudios que propicien dietas que mejoren la calidad de vida, tanto mejorando funciones cerebrales, contrarrestando y previniendo enfermedades cardiovasculares, problemas de perdida de audición, demencia y Alzheimer, como disminuyendo el deterioro óseo y muscular. En este período también se favorecerá la investigación de los factores genéticos y nutricionales con efectos estéticos, dada la creciente preocupación por el aspecto físico, estudiándose aspectos como la alopecia o la importancia de la hidratación de la piel para su cuidado.
 
En un período comprendido entre 2021 y 2025, los estudios se centraran en aumentar el conocimiento en la interacción de la actividad física y los hábitos alimentarios con las características genéticas, en la aparición de enfermedades.
 
La Nutrigenómica y la nutrigenética tendrá su campo de desarrollo cuando se puedan diseñar dietas personalizadas para grupos fenotípicos debido a la información de la que se dispondrá sobre la relación del consumo de determinados alimentos y sus efectos sobre la salud de esos grupos fenotípicos específicos.
 
4. Factores sociales, legales y ambientales: teniendo un punto álgido en 2015, aparecerán empresas que faciliten dietas específicas sobre la base de test genéticos (que estarán mucho más desarrollados que en la actualidad), potenciado por los avances producidos en genómica.
 
La Nutrigenómica es un saber que, en un futuro muy cercano, estará en condiciones de aportar todo su potencial para aumentar nuestra calidad de vida, cuando ha aumentado nuestra esperanza de esta, si también somos capaces de correlacionar el saber con su uso en etapas tempranas de nuestra de nuestras vidas, o mejor dicho, en las vidas de los mas jóvenes que podrán aprovechar, si saben valorar la información que tienen, sus beneficios para llegar a viejos con unas facultades vitales mejores que con las que se llega en la actualidad.

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