CLEAN LABEL




Clean label (en español “etiqueta limpia” o “etiqueta clara”) es una tendencia cada vez más amplia del mercado de las empresas alimentarias que empiezan a incluir entre sus productos aquellos con elaboraciones e ingredientes más tradicionales y naturales. Y representa una de las demandas más frecuentes en la actualidad por parte de los consumidores, que quieren etiquetas que vean reducida la cantidad de números "E" y que incorporen, a cambio, alegaciones "sin". 

Sus antecedentes se remontan a los inicios de la preocupación de los consumidores por lo verde, que suponía un aumento considerable de los productos con la etiqueta de biológico o ecológico. Posteriormente se produjo una mayor preocupación por el medio ambiente, buscándose quien empleara técnicas y productos más sostenibles, que protegieran el medio ambiente y también que los etiquetados fueran más precisos y los envases menos contaminantes, además de una vuelta a los hábitos de compra del pasado, que hizo que en Europa se pusieran en moda técnicas de venta como el granel.

El resultado es el Clean Label, que ha comenzado en la alimentación pero que se extenderá a otros sectores de producción de bienes de consumo, tales como productos de higiene, cosmética y moda.

Partiendo de estas premisas, y volviendo a lo que es el Clean Label, se hace necesario el desarrollo, no solamente de los productos apropiados sino también de las tecnologías de transformación más adecuadas para implementar este concepto. Así, hoy en día, hay en el mercado productos con el etiquetado Clean Label que son libres de alérgenos, de aromatizantes, de potenciadores del sabor, con una reducción importante de los aditivos añadidos, con el empleo de nuevas tecnologías de conservación, con la búsqueda de alternativas en el envasado, etc.

Dentro de los Clean Label se encuentran tanto los productos que son totalmente naturales por carecer de sustancias sintéticas (productos ecológicos u orgánicos incluidos), como aquellos que no contienen aditivos de una E seguida de números. En la actualidad, incluso se está fomentando el empleo del término “Transparent Label“ para abarcar a factores que no alcanza el término de Clean Label, como  son la sostenibilidad, el comercio justo, etc.

Y esta mayor preocupación de los fabricantes por el etiquetado de los productos es debido a, también, una mayor preocupación por leer y entender el etiquetado por parte de los consumidores, ya que como muestra el estudio realizado por C+R Research, el 69 % de los consumidores le dan mucha importancia al etiquetado de los productos alimenticios, influyendo consideramente en sus decisiones de compra, sobre todo, en la Generación Y (millenials).

Podemos, por tanto afirmar que Clean Label se entiende en un doble sentido:
  • El uso de ingredientes naturales, menos procesados y reduciendo los artificiales. 
  • Desarrollo de un etiquetado más preciso y claro, en el que sea más fácil reconocer a los ingredientes.

En la Food Ingredients Europe (FIE) del año 2017, las empresas expositoras hicieron una especial mención de los ingredientes Clean Label por la tendencia que en los últimos años estaban tomando y la mayoría de los fabricantes se hacen eco de las premisas establecidas por este concepto que cada vez está calando más en los consumidores.

Tal es el crecimiento de este mercado que los fabricantes de colorantes y aromas están realizando significativas inversiones en la búsqueda de alternativas naturales para sus productos. No en vano, desde la asociación de consumidores de Hamburgo se ha fomentado, desde hace mucho tiempo, que en los productos alimenticios se dejen de emplear los potenciadores artificiales del sabor, así como a los conservantes y los colorantes.

En este sentido, según la consultora Future Market Insights, el 60% del mercado de colorantes está compuesto por alternativas naturales. Lo mismo está sucediendo con el mercado de los aromas. Esto es debido al aumento de los consumidores que son reacios al consumo de todos aquellos aditivos artificiales que lleven la letra E, como señala GNT.

Aunque los proveedores de colorantes y aromas prácticamente todo lo que facilitan son naturales, el mercado de los Clean Label se enfrenta a dos duros problemas: uno es el relativo a la obtención de materias primas estandarizadas de alta calidad. El otro es el relativo a los problemas de estabilidad en lo que se refiere al almacenamiento a largo plazo de las materias primas.

Como no, siempre habrá quien intente aprovecharse de las circunstancias. Efectivamente, el derecho de marcas no posibilita proteger este término, motivo por el cual es difícil difundir una definición clara. Ante esta circunstancia, hay y habrá productores que se beneficien de esta vaguedad para definir el término según sus propios intereses, de manera que sus productos “Clean Label” puedan contener elementos que, por su naturaleza, no se encuentren dentro de esta definición, que solo se usará en esos casos con fines comerciales, pero no informativos del consumidor.

Y, por desgracia, este será un uso que siempre se dará en los etiquetados de los Clean Label. En este sentido, el empleo de indicaciones como “sin aromas artificiales“, “completamente natural“ o “sin potenciadores del sabor“ no dejan de ser ciertas, aunque aprovechando la ignorancia del consumidor, no queda tan claro a qué tipo de sustitutos se ha recurrido. Son fiables en la mayoría de los casos, pero aun así se aprovechan del hecho de que el consumidor no sabe a qué sucedáneos se ha recurrido. Y en esto entra en juego el que se resalten los no ingredientes, dejando en un segundo lugar el resto de ingredientes que, quizás, también convendría resaltar del producto.

Así también es importante el número de fabricantes que destacan los ingredientes y cualidades presuntamente positivos, sin mencionan las sustancias y las cualidades dudosas.

Tal es el caso hipotético que sirva de ejemplo, de cuando en una margarina se señala que lleva “aromas naturales“ o que no contiene grasas hidrogenadas, pero no se menciona de manera señalada que también contiene emulgentes sintéticos (mono y diglicéridos de los ácidos grasos, E 471) o acidulantes sintéticos.

También es el caso de cuando se juega con la normativa para presentar como “sin conservantes” o  “sin colorantes”, cuando en realidad se han añadido ingredientes que actúan como conservantes o colorantes, aun siendo naturales y sobre todo, no reconocidos por la normativa como tales. Por ejemplo:

✔️ El ácido cítrico es un aditivo declarable, pero no es un conservante de acuerdo con la normativa, de manera que se puede señalar en el etiquetado “sin conservantes", aun cuando si tiene un efecto conservante en el producto.

✔️ El uso de extracto de levadura para una mejora del sabor, sobre todo cuando no es un aditivo legalmente hablando y, por lo tanto, la alegación "sin potenciador del sabor" es normativamente correcta.

✔️ El uso de extracto de remolacha, que legalmente no se considera como colorante, pero se emplea como tal.

Otra cara negativa de los Clean Label es cuando se hace propaganda de cualidades o características que se pueden dar por sentadas. Es el caso de cuando se señala “sin colorantes” cuando, por normativa ese producto no deben llevar colorantes.


En este sentido, el problema también se encuentra en la misma normativa, que deja lagunas que en parte permitan declaraciones dudosas. Actualmente hay una moda, que puede hasta resultar ridícula con la normativa en la mano, sobre señalar por parte de los fabricantes que no contienen sus productos organismos modificados genéticamente cuando, o bien los ingredientes del producto, hoy por hoy no tienen variedades modificadas genéticamente (con lo cual toman por tonto al consumidor) o cuando existiendo, no es que deba ponerse que se usan variedades no modificadas, sino que es obligatorio ponerlo por normativa, cuando lo sean, con lo cua, no deja de ser una información que confunde al consumidor y hace dudar de la fiabilidad, por parte del fabricante, en sus etiquetados.

Clean Label debe representar una declaración de alimentos clara e inequívoca. Pero, como se ha señalado anteriormente, este término primero debe estar claramente definido. Y hacerse bajo la consideración de que no es posible proteger el término bajo la ley de marcas. De ahí que una información correcta al consumidor sobre su contenido por diversos medios, permita mantener a este más informado, ya que tampoco existe ninguna regulación específica sobre el Clean Label ni certificación oficial, solo estudios acerca de los hábitos y percepciones de los consumidores, siendo lo único que más se le aproxima con valor normativo, la legislación europea sobre los valores nutricionales en el etiquetado de los productos. Aquí, quienes realmente juegan un importante papel son organismos que ponen de manifiesto las directrices a seguir.

Y entre estos organismos se encuentran el Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA), que ha puesto de manifiesto el reto que supone para los fabricantes que los consumidores mantengan una creciente necesidad de comer alimentos cada vez más naturales, proponiendo vías para hacerlo, tales como:
  • La sustitución paulatina de aditivos convencionales por las últimas evoluciones de ingredientes naturales.
  • Empleo de técnicas de conservación menos radicales y más respetuosas con los valores nutricionales de los alimentos.
  • Adaptarse a nuevos envases capaces de suministrar propiedades antifúngicas, antimicrobianas o con secuestradores de oxígeno que garantizan propiedades de conservación más similares a las actualmente empleadas mediante sustancias químicas.
En lo que se refiere a organismos sin ánimo de lucro, cabe destacar a Clean Label Project, que ofrece información a los consumidores sobre el Clean Label. Su objetivo: aclarar a los consumidores qué es lo que la etiqueta no les cuenta. Para ello estudian los ingredientes y los contaminantes industriales/medioambientales para ofrecer información al consumidor antes de la compra de productos. Sus evaluaciones de productos se basan en análisis químicos. Su dinámica de trabajo se basa en la compra y análisis de productos que representen el 90% de las mejores marcas del mercado en cada categoría. Sobre ellos se hacen pruebas en laboratorios independientes, validando resultados por otros dos laboratorios. Los datos recogidos se analizan por personal propio de la organización.

Otro elemento importante a considerar es si esta tendencia supondrá un incremento de los precios de los productos Clean Label. Seamos claros, hoy por hoy, sí. La modificación de procesos de producción, la sustitución de unos componentes por otros, en la mayoría de los casos llevará aparejada una subida del precio final del producto por suponer, también un aumento de los costes de producción. Aunque según un estudio realizado por Nielsen, 2 de cada 3 consumidores no le importaría pagar un coste superior por un producto del cual pueda entender mejor su etiquetado y reconocer mejor los ingredientes en este reflejados. Así, un consumidor acepta mejor términos como “sabores naturales” que la terminología empleada en la adicción a un producto de ingredientes sintéticos como los números E o el BHT (Butil hidroxitolueno).

La contrapartida se encuentra hasta qué punto se puede prescindir de los conservantes, hasta qué punto lo sintético es malo o hasta qué punto existe desinformación del consumidor. Esto lo trataremos en el siguiente post de este blog.

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